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TARAPACA, IQUIQUE, Chile
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miércoles, 22 de junio de 2011

NOVENA DEL PADRE J. KENTENICH

NOVENA

El lugar donde reposan los restos del P. José Kentenich, Padre y Fundador de la Obra de Schoenstatt se ha convertido en un lugar de oración y de gracias. Peregrinos de todo el mundo lo visitan. Innumerables personas confían en su poder de intercesión. Las muchas peticiones escuchadas confirman la realidad de su ayuda en pequeñas y grandes necesidades de la vida. La presente novena nos posibilitará la vinculación espiritual con su persona.

El P. José Kentenich supo tener una gran sensibilidad para los problemas humanos. Si nos acercamos a él y le confiamos en la oración nuestras penas y problemas, podremos experimentar su auxilio paternal. Si nuestras peticiones no fuesen escuchadas, se trata seguramente de que nuestras necesidades están previstas de otra manera en los planes de amor de Dios. No tendríamos por qué desanimarnos, antes bien, deberíamos aprender a descubrir en la cruz, la misteriosa y sabia manifestación del amor del Padre.

El gran anhelo del P. José Kentenich fue acercar a los hombres a la Santísima Virgen. Su misión podría resumirse en las palabras: "proclamar el misterio de María". Este misterio se halla íntimamente unido al misterio de Cristo y de la Santísima Trinidad. El rol de María en el plan de salvación es colaborar con Cristo en toda la Obra de la Redención, desde la Anunciación hasta el fin de los tiempos. A través de esta novena entraremos en contacto con María, hablaremos de su persona y de su misión. Nuestra meditación se detendrá en ciertos textos bíblicos marianos, especialmente en aquellos que supieron acompañar el itinerario espiritual del P. José Kentenich. Su recuerdo nos dará muchas sugerencias para la vida y nos conducirá a una oración más personal con Dios.

Día primero

Escuchando el saludo del Angel

El relato de la Anunciación nos dice que "el Angel entró en la Casa de María y la saludó diciendo: Dios te salve, llena de gracia, el Señor está contigo" (Lc. 1,28). Luego de escuchar este mensaje, María pronunció su "sí" al plan de Dios con absoluta libertad y disponibilidad. A partir de ese instante fue Madre de Dios. Más adelante recibió otros mensajes no ya por intermedio de ángeles, sino a través de personas y circunstancias: el mandato del Emperador Augusto, la profecía de Simeón sobre aquella espada que atravesaría su corazón... Descifró también las intenciones de Herodes en el asesinato de los niños inocentes. Y así como Herodes otros hombres actuaron sin misericordia en su vida, pero, todos los sucesos fueron para Ella, como en la Anunciación, saludos de Dios. Su respuesta, el "sí" permaneció inconmovible.

Si contemplamos la vida al P. José Kentenich, descubriremos también esta actitud de disponibilidad obsequiosa. Su lema era: mantener "el oído en el corazón de Dios" para poder escuchar, como María, los mensajes del Señor. Todo lo creado, una persona, un hecho, una situación, etc. se convertían en un "pequeño profeta", que traía un mensaje del cielo, una manifestación de los planes y deseos de Dios. Su capacidad para captar los signos de los tiempos le ayudó a descubrir en los duros golpes de la vida, la mano del Padre. Pronunció su "sí", tanto cuando estos saludos traían la alegría de un regalo, como también en la experiencia del dolor.

Oración:

Padre Eterno, muchas veces me encuentro en situaciones difíciles. A menudo me rebelo ante el sufrimiento. Me cuesta concebirlo como tu mensaje, que me indica el ideal y me conduce a él. Por la intercesión del P. José Kentenich, ayúdame a descubrir en los acontecimientos dolorosos, tu mano paternal. Haz que los comprenda como saludos de tu amor.

Padre, deseo profundizar mi vinculación contigo, porque sé que Tú lo esperas de mí. Quisiera pronunciar un "sí" dispuesto, como María, como el P. José Kentenich. Puedes utilizar mis sufrimientos para el bien de los hombres. Confío que sabrás escuchar mis ruegos. Amén.

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Día segundo

Entonando el cántico del Magnificat

Mi alma glorifica al Señor... pues ha mirado la pequeñez de su esclava. (Lc. 1,47) Este es el canto de la Virgen que desborda de alegría. Su gran humildad es la condición de su singular privilegio. A pesar de todo, se reconoce totalmente dependiente de Dios. Ante El, Ella experimenta plenamente su contingencia, su nada.

El P. José Kentenich se asemejó a María, vivió la humildad y el servicio sencillo y modesto. No buscó su propio bien, sino la gloria de Dios. Cada éxito lo remitió nuevamente al Padre y cada elogio lo elevó hacia lo alto. La recompensa que Dios suele dar al corazón humilde es su gracia y su amor, los que a su vez se transforman en una alabanza a Dios, en un Magnificat. Quienes conocieron al P. Kentenich constataron su felicidad e íntima alegría. Era una alegría contagiosa y atractiva que supo despertar entre sus hijos un verdadero reino de alegría. Durante 14 años tuvo que permanecer separado de su Familia, lo que fue una prueba para su humildad, sin embargo, nada enturbió su confianza alegre. Al encontrarse nuevamente en Schoenstatt afirmó no haber conocido ni un solo segundo, lo que es la tristeza. Como María, entonó el Magnificat, transformando toda su vida en un himno de alabanza al poder y a la bondad de Dios.

Oración:

Padre Eterno, como muchos hombres soy a veces orgulloso, pero el sufrimiento me derriba del trono de la vanidad y de la glorificación propia. Sé que el reconocimiento de mis debilidades despertará tu misericordia de Padre y tu generosidad.

En tu sabiduría elegiste a los pequeños, por eso, alegremente te canto mi Magnificat. Por la intercesión del P. José Kentenich, muéstrame tu misericordioso amor paternal, ante el cual me siento un niño pequeño. Te lo pido, Padre, si es que así lo has dispuesto en tu Providencia llena de amor. Amén.

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Día tercero

Con el niño en sus brazos

María es la Madre de Dios. Ese es su mayor privilegio y el título más hermoso que posee. El niño que dio a luz y que lleva entre sus brazos con maternal cuidado, es el Hijo de Dios, el Redentor del mundo. Ella está a su lado sirviéndole. Bajo la Cruz permanece de pie y escucha las palabras que Jesús dirige a Juan, y en él, a todos los hombres: "He ahí a tu Madre". En ese momento María fue constituida nuestra Madre. Ella sigue actuando en la Obra de la Redención, y lo hará hasta que ésta alcance su culminación, es decir, hasta el fin de los tiempos. Su corazón lleno de amor es expresión de su ser de Madre y de su actuación maternal.

En su vida, el P. José Kentenich no sólo transparentó muy hondamente la paternidad de Dios, sino que hizo cercana también la maternidad de la Santísima Virgen. Su ayuda se dirigió a todos los hombres, niños, ancianos, jóvenes y adultos, los que experimentaron su preocupación y dedicación generosa y llena de amor. Fue un educador paternal y maternal. Los que se confiaron a él experimentaron su fuerza plasmadora, junto con el cobijamiento en su corazón. Cuando cumplió 25 años de sacerdote, confesó que María le había regalado su corazón maternal. Con él cumplió su misión.

Oración:

Padre eterno, Tú le regalaste a tu Hijo Jesús a María, como Madre. También me la regalaste a mí. Poseo la mejor de las madres. Lo que Ella fue para tu Hijo y lo que hizo por El, quiere ser también y hacerlo hoy, mañana y siempre para todos sus hijos. Tú le regalaste un corazón maternal cálido, bondadoso y rico en creatividad. ¡Qué alegría y felicidad nos embarga al saber que Ella nos contempla con amor, porque somos sus hijos! También Ella conoce mis pequeñas y grandes preocupaciones. Por la intercesión del Padre Kentenich las coloco en sus manos, sabiendo que Ella las presentará a Jesús y en El a Tí, Padre, y con la seguridad de que Tú siempre escuchas a María. Amén.

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Día cuarto

Con una espada atravesando su corazón

María es la Reina Dolorosa. Su corazón fue traspasado por siete espadas. Por eso, no nos puede extrañar que muchas personas recurran a Ella, para encontrar en su corazón alivió a sus sufrimientos. La razón que explica el por qué muchas personas sufren tanto en su vida, hay que buscarla en el misterioso plan de amor del Padre, que invita a algunas almas a compartir más de cerca el destino de su Hijo Jesús, destino de dolor y cruz. María repitió muchas veces su "sí", su "hágase en mi según tu palabra" de la Anunciación. La vemos aceptar silenciosamente la voluntad del Padre en aquellos momentos cuando espadas dolorosas penetraron en su corazón.

También el P. José Kentenich asumió el sufrimiento en su vida. Supo descubrir en él, el signo con que Dios confirmaba su acción apostólica y le regalaba bendición. Su historia podría llamarse también un "vía crucis", con noches oscuras y abismos profundos. El solía decir que Dios muchas veces le exigió "saltos mortales" para el entendimiento, la voluntad y el corazón. Una espada especialmente dolorosa se clavó hondo en su alma cuando Schoenstatt fue probado. Se trataba del "hijo de su corazón". Pero también aquí triunfó la fidelidad crucificada.

Oración:

Padre Eterno, muchas veces mi vida es atravesada por cruces y espadas dolorosas. ¡Cuánto me cuesta aceptarlas! En esos momentos regálame la gracia de creer en tu amor. Enséñame a descubrir que a través de esas cruces y sufrimientos, Tú me envías un mensaje y me demuestras una predilección especial, queriendo educarme al heroísmo silencioso. Quisiera recordar entonces, que mis penas me unen íntimamente a tu Hijo y que son fuente de fecundidad para la salvación de muchos hombres.

Ayúdame a que, como el P. José Kentenich, permanezca firme en el dolor y confíe siempre en Tí, pues mi destino se halla en tus manos. Creo firmemente que por su intercesión me enviarás lo mejor para mí. Amén.

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Día quinto

Bajo la irrupción del Espíritu Santo

En el Cenáculo, unida a los apóstoles, María implora la venida del Espíritu Santo. Y cuando el Consolador, Aquel que Jesús había prometido, llega el día de Pentecostés como huracán y en forma de lenguas de fuego, María se hallaba en medio de los discípulos. Es la Reina de la joven cristiandad, la Madre de la Iglesia. Desde aquel primer Pentecostés, Ella sigue implorando para la Iglesia la venida del Espíritu, con su fuego de amor. Entre sus obligaciones maternales está el implorarnos los dones del Espíritu Santo "la fuerza de lo alto" para sus hijos.

El P. José Kentenich quiso desde un comienzo congregar a sus seguidores en torno a María. Por eso el Espíritu Santo pudo obrar tan maravillosamente en Schoenstatt, creando, especialmente en medio de tiempos difíciles, una Obra de renovación dentro de la Iglesia y para el mundo. Con gran sabiduría supo introducir a sus seguidores en el mundo de la fe. Su testimonio poseía la fuerza convincente del que vive lo que enseña. Con la fuerza del Espíritu Santo se jugó por entero por aquello que creía y ofreció su vida y su honra por el Reino de Dios. Ya que toda su confianza estaba anclada en Dios, pudo conservar la alegría y la paz, aún en los momentos de mayores pruebas de su vida. Como una pluma que se agita al más leve impulso del viento, así su alma, movida por el hálito del Espíritu, estuvo siempre dispuesta a captar y a realizar los más pequeños deseos de Dios.

Oración:

Padre Eterno, por la intercesión de María, a quién el P. José Kentenich sirvió, envíame el Espíritu Santo. Haz que su presencia me invada plenamente, despertando en mi interior una confianza inconmovible en Tí.

Padre, Tú eres quien me conoce, me sostiene y me ama. A Tí te pertenezco. Profundiza en mí la fe en tu sabiduría providente, entonces ya nada podrá amargarme y podré superar cualquier dolor. Sí, Padre, como el P. José Kentenich, en la fuerza del Espíritu Santo, creceré por medio del dolor y éste llegará a ser para mí, causa de bendición. Amén.

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Día sexto

Aplastadora de la serpiente

En el Libro del Génesis se habla de la Mujer, la Vencedora que aplastará la cabeza de la serpiente. Y en el Apocalipsis, San Juan nos la muestra combatiendo contra el Dragón. Ella es la enemiga del demonio. Jamás éste tuvo parte en Ella. María es la Inmaculada, la sin pecado original y libre de toda culpa personal.

El P. José Kentenich se consagró a María cuando tenía sólo 9 años. Desde entonces, la Virgen tomó en sus manos la educación de su vida. El la saludaba tres veces al día con la siguiente oración: "Dios te salve, María, por tu pureza conserva puros mi cuerpo y mi alma; ábreme apliamente tu corazón y el corazón de tu Hijo".

María no desoyó tales súplicas. Con su ayuda, él pudo superar las argucias del demonio y creer en el mundo sobrenatural. Siendo aún joven, sufrió una gran crisis personal, pero, como siempre, en la entrega filial a María encontró la ayuda, la respuesta y la fuente de su libertad interior.

Durante el tiempo de Nacionalsocialismo el P. José Kentenich fue encarcelado en Coblenza y llevado luego al campo de concentración de Dachau. Su obra fue amenazada. Nuevamente fue la confianza y la entrega a María, la fuerza que le permitió superar todas las dificultades. Su lema era: "Ella vencerá". Y Ella venció siempre. También solía afirmar: "la Madre cuidará perfectamente". Y en verdad lo hizo así. En la cercanía de María supo compenetrarse de su ser, siendo para muchos un ejemplo de pureza, bondad y fe.

Oración:

Padre Eterno, con profundo respeto contemplo a María, la Aplastadora de la serpiente, la Vencedora del Maligno. Con alegría me inclino ante Ella, y con Ella lucho contra todos los enemigos de Dios.

Quisiera consagrarse a su persona, como lo hizo el P. José Kentenich, para así tomarme firmemente de su mano y dejarme conducir por Ella a Tí. Ella tiene el poder que Tú le diste, de conducir a los hombres a tu corazón, y es generosa en regalar sus gracias, por eso, puedo cultivar una sana despreocupación, abandonándome totalmente a su conducción maternal. Amén.

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Día séptimo

Revestida de sol

Esta es otra imagen del Apocalipsis: "Una gran señal apareció en el cielo, una mujer vestida de sol" (Apoc. 12,1). María es la luz que resplandece en la oscuridad del tiempo. Ella nos ha dado a Cristo, el Sol de Justicia, y toda la luz del Sol de Cristo se refleja en Ella. Es la imagen ideal de la personalidad configurada en Cristo, la llena de gracia, en la que no penetró el pecaddo, el "hombre nuevo". También nosotros por el Bautismo fuimos incorporados a Cristo, la Luz Eterna, llegando a ser los hijos predilectos del amor del Padre. Y sin embargo, nos quedan aún las consecuencias del pecado original, la inclinación al mal y la debilidad de la voluntad. Nuestra tarea consistirá siempre en la aspiración constante por superarnos e ir hacia lo alto. Dios nos regala para esto su gracia auxiliante. Por eso, podemos confiar sencillamente en que nosotros también llegaremos a ser hombres configurados en Cristo, personalidades resplandecientes, como María.

En la persona del P. José Kentenich podemos ver a un hombre que alcanzó este ideal en gran medida. Su meta fue educar hombres nuevos, que en medio del mundo e impulsados por la libertad interior y el amor magnánimo, lleven una vida anclada en Dios, al servicio de su Reino. Quienes lo conocieron en el campo de concentración afirman de él, que era un hombre muy humano y a la vez, totalmente compenetrado de Dios. Tenía una fe única y una confianza sin igual. Así lo definió un prisionero. Sabía iluminar y mantener la luz de la fe en otros. Era portador de esperanza para los desalentados. En cada persona veía lo positivo que tenía y lo alentaba a realizar su originalidad. Su amor actuó en todos como un sol cálido y vivificante.

Oración:

Padre Eterno, por el Bautismo puedo llamarme tu hijo. En Cristo fuí llamado a ser un "hombre nuevo". María es para mí, modelo de este ideal. Si me uno a su persona y crezco en su ser y en su vida, me asemejaré a Ella y me compenetraré más de Cristo. Por la intercesión del P. José Kentenich, dame la gracia de vivir totalmente conforme a tu voluntad, animado de libertad interior y de un amor magnánimo. Así mi vida será también, desde hoy, causa de bendición para otros. Amén.

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Día octavo

Coronada de Estrellas

San Juan ve a María adornada con 12 estrellas. Es la Reina junto a su Hijo Jesucristo, el Rey del Universo (Apoc. 12,1). El poder en su Reino es el amor. Todos los que le entregan su confianza, experimentan su poder de Reina y su servicio abnegado. Es la Reina de misericordia.

Durante su vida, el P. José Kentenich acostumbraba coronar innumerables imágenes de la Santísima Virgen, pregonando así su realeza y misericordia. Cual "caballero de la Reina" le consagró su vida, y en su amor se hacía más y más semejante a Ella. Una cierta dignidad se manifestaba en todo su pensar, hablar y actuar. Sobre todo en su amor. Todo el que llegaba a él era considerado "hijo del Rey", a quien se debía tratar, por lo tanto, con respeto y amor. Esta nobleza lo caracterizó siempre, incluso en la cárcel de Coblenza y en el campo de concentración de Dachau. Dios dispuso que en el momento de su muerte, hubiese en la Iglesia de la Adoración muchas coronas, que él bendeciría después de la Santa Misa, para ser regaladas más tarde a la Santísima Virgen. Antes de que él pudiera hacerlo, Dios lo llamó junto a El. En una de las liturgias que se celebraron en torno a su ataúd, se recordó entonces aquella frase del Apocalipsis: "Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida" (Apoc. 2,10)

Oración:

Padre Eterno, Tú coronaste a María con una corona de gloria, concediéndole un inmenso poder. Por eso el P. José Kentenich, en los momentos difíciles de su vida, la coronaba una y otra vez, pidiéndole que manifestara ese poder.

También yo reconozco la realeza de María. Con el P. José Kentenich le ofrezco espiritualmente una corona, y confío firmemente en su intercesión, pues Tú le concedes todo lo que Ella te pide. Como un sencillo regalo de coronación, le ofrezco mi disponibilidad a llevar con resignación las dificultades y preocupaciones de la vida. Ella transformará mi sufrimiento en bendición, y logrará que yo mismo sea cada vez más su reflejo, glorificando así tu nombre, Padre. Amén.

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Día noveno

Transfigurada junto a Dios

María fue llevada en cuerpo y alma al cielo y vive en una comunión muy íntima de amor con el Dios Uno y Trino. Todo su ser halló una plenitud maravillosa en la transfiguración. María es la realización de la promesa de Dios a la humanidad. Nosotros, al incorporarnos al Cuerpo Místico de Cristo, somos coherederos de su gloria, pero estamos aún en el tiempo de la prueba, de la espera. Confiamos en "la gloria que se manfiestará en nosotros" (Rom. 8-18). Sin embargo, nuestro caminar debe ser en el cielo.

El P. José Kentenich indicaba muchas veces hacia ese ideal. Anheló construir en la tierra una "colonia del cielo", una tierra santa, penetrada enteramente por Dios. Los Santuarios de Schoenstatt en todo el mundo, están destinados a originar torrentes de bendiciones que penetren la tierra y capten el corazón de los hombres. El P. José Kentenich vivió totalmente de la fe en la realidad de lo sobrenatural. Era aquel que veía "más allá" de este mundo. Con su vida indicaba hacia Dios y atraía a los demás a la cercanía de El. Pero no por eso descuidaba la realidad concreta. Todas las dificultades y sufrimientos los supo interpretar a la luz de lo sobrenatural. Dios confirmó plenamente su presencia especialísima en la vida del P. José Kentenich, a través de los acontecimientos que rodearon su muerte, en la Iglesia de la Adoración, después de la celebración de la Eucaristía, sellando así una vida de entrega a su servicio. Quien visite el lugar de su muerte, donde se halla su tumba, experimenta la bendición de Dios.

Oración:

Padre Eterno, quisiera vivir con María y como el P. José Kentenich, plenamente en el mundo de la fe, pero, me cuesta tanto. Ayúdame, por su intercesión, a serte fiel en medio de este mundo sin fe. Concédeme la gracia de superar las adversidades y verlas bajo tu luz. Que sepa sobrellevarlas con tu fuerza. Entonces, todo sufrimiento me acercará a Tí y mi vida podrá desarrollarse en el cielo. Amén.

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Oración por la beatificación del Padre José Kentenich

Querida Madre y Reina Tres veces Admirable de Schoenstatt:

Te agradecemos que nos hayas regalado en el Padre José Kentenich un reflejo de la bondad y misericordia del Eterno Padre Dios. Durante toda su vida, ese corazón paternal no tuvo otro anhelo de amarte y regalar amor a las personas que Tú le confiaste, ayudándolas eficazmente en todas sus dificultades. Con la fe en la Divina Providencia, creemos que, desde la eternidad, continuará su misión de ser Padre y Guía de los que se confían en El. Por eso te pedimos que te glorifiques a través de él y nos escuches en nuestras necesidades, hagas que se realicen milagros físicos y de transformación interior y nos concedas la gracia que confiadamente te pedimos. Danos la conformidad con lo que Dios disponga y la salvación eterna. Concede pronto al Padre José Kentenich el honor de los altares para Gloria del Dios Trino. Amén.

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PADRE JOSE KENTENICH

Carta del Padre Kentenich

"Permanezca siempre unido al corazón de la Santísima Virgen. Ese es su lugar. Allí encuentra tranquilidad, seguridad y confianza victoriosa en todas las situaciones.

Haga el bien donde pueda y vea en todo la mano bondadosa del Padre que guía su vida según un sabio plan de amor.

Recuerde siempre la sencilla verdad: Dios es Padre, Dios es bueno, bueno es todo lo que él hace. Si conserva ésto, domina la vida y llega a ser fuente de bendición para muchos" J.K.

jueves, 16 de junio de 2011

LA MATER

Santuario

Cenáculo Oasis de María (Schoenstatt)

El 12 de septiembre de 1998, año dedicado al jubileo del tercer milenio a la persona del Espíritu Santo, siendo superior Provincial de los Padres de Schoenstatt el sacerdote Luis Vial, fue consagrado este Santuario, dedicado a la Madre y Reina tres veces admirable de Schoenstatt.

Su actividad pastoral, , se lleva a cabo mediante la Misa dominical a las 11,00 horas, y los días 18 de cada mes con motivo de conmemorar la fundación del movimiento de Schoenstatt. Además de la adoración de los jueves

Por otra parte, esta comunidad ubicada en Avenida Diagonal Bilbao (Km. 7) de la Diócesis de Iquique, cuenta con las ramas de Matrimonio, Señoras y Juventud Masculina y Femenina Y Madrugadores


MADRUGADA DE TODOS LOS SABADOS

HERMANOS EN CRISTO

Nuestra Madre Maria Protectora de los que buscan la Santidad
y nos llama todos los Sabados a orar
y para pedir para que este mundo que sea mejor.
Hermanos, asi, que los espero este sabado todos los siguientes
no olvidar de motivar en sus parroquias y capillas
para aumentar los madrugadores

Con el Padre Dios , la Mater unidos en el corazon de Cristo y el Espitu Santo.

¡¡¡¡ Nada sin ti, nada sin nosotros madrugadores siempre !!!!

OPINIONES DE NUESTRO BLOG