Estimado Hermano Jorge:
Con mucho gusto y beneplácito he recibido la reflexión que has enviado y me ha motivado a enviar una breve reflexión, que he osado compartir con Uds.
“Muchas veces la vorágine de la rutina del trabajo, la televisión y las cosas superfluas o mundanas nos mantienen sumergidos en un ambiente ruidoso, y esto de alguna manera nos aleja o no nos permite estar en silencio.
Me parece importante y más que importante es sano y saludable, hacer un pequeño alto en el camino y tratar de buscar el silencio y ojala poder permanecer durante algún lapso en él.
Pero también a veces nos da miedo estar en silencio, en algunas ocasiones le tememos al silencio, a veces confundimos estar en silencio a estar solos.
El estar en silencio no significa necesariamente estar solos, el estar en silencio permite estar solos, pero frente a Dios y quizás eso nos da un poco de temor, o ¿será que el silencio hace que nos encontremos con nosotros mismos y no queremos vernos interiormente?”.
Alguien una vez escribió sobre “Sonidos del Silencio”:
Todavía me acuerdo de unos versos que nacieron en una noche despeinada de estrellas y reflexiones.
Son frutos del silencio que escucha al Silencio que habla, el de Dios:
Qué bien suena tu voz en el silencio.
Qué lucidez, qué dulzura, que clara.
Remanso de quietud,invitación a la reflexión,elocuente decir insinuado,siempre velado, siempre velado.
Cómo impresiona tu silencio, Señor;silencio de entrega,silencio de espera,silencio de Dios.
Cuánto provecho causa tu silencio…
Vienen a la mente las victorias vividas,las derrotas sufridas,las vigilias cansadas,las alegrías encausadas, los triunfos conseguidos…
Y la vida: su pasado, su presentey su futuro…
Y Tú en silencio, pero siempre al lado.
Tú en silencio, mas acompañando.
Tú en silencio; fiel, fiel, fiel; siempre fiel.¿Cómo no va a estremecerme tu silencio?¿Cómo no va a ser fuente de cuestionamientos?:
¿a dónde voy, por qué existo,de dónde vengo y para qué vivo?
Pero en Ti
-¡ay, cómo escucho tus gritos!-todo esto tiene un sentido.
Señor de la boca callada;
Señor de las palabras tan amplias;
Señor de la voz disimulada;
Señor de cara blanca:
¡luna llena eucarística!
Y si esto me dices en silencio, qué sería si de la otra forma hablaras.
Fraternalmente,
Claudio Latorre Cortez
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